Prólogo a El poeta en la calle, 1935.

De mi contacto con las masas populares de España surgió en mi la necesidad de una poesía como la que se intenta –muy lejos aún de conseguirse- en este libro. Sin ignorar que todos aquellos poemas que lo integran no reúnen las condiciones necesarias para su repercusión y eficacia en la sala del mitin, en la calle de la ciudad, en el campo o en la plaza del pueblo, quiero dejarlos y justificar aquí su presencia por la sola razón de haber nacido siempre de una exigencia revolucionara. ¡Cuántas veces a la salida del mitin, en el sindicato, en la humilde biblioteca de la barriada o en cualquier lugar de trabajo, después del recital o la conferencia, se me acercaron algunos camaradas para “encargarme” un poema que refleja tal o cual situación política, este o aquel suceso! Y es que cuando el poeta, al fin, toma la decisión de bajar a la calle, contrae el compromiso, que ya solo podrá romper traicionando de recoger y concretar todos los ecos, desde los más confusos a los más claros, para lanzarlos luego a voces allí donde se reclame. De acuerdo o no de acuerdo con esta posición que es un camino, yo sé que esta salida al aire libre, este dejar de devorarnos oscuramente nuestras propias uñas, puede traernos, compañeros poetas –hoy ya lo estamos viendo-, la nueva clara voz que tan furiosamente pide España, liquidados ya estos últimos años de magnifica poesía.

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Excma. Diputación Provincial de Cáceres.

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